Recopilado por: Dra. María Giuffrida de Mendoza
¿Qué es el compromiso?
El compromiso es una obligación contraída, palabra dada, fe empeñada.
El compromiso cristiano es la puesta en práctica de lo que dijo y vivió Jesús.
No es una obligación impuesta desde fuera. Nace de nuestro interior
“ES UNA ACTITUD DEL CORAZÓN”
Durante varios años decenas de hombres y mujeres cristianos han estado luchando por ser mejores hijos de Dios. Algunos han florecido espiritualmente, otros tropezaron y cayeron, otros han crecido en su vida espiritual, otros se profundizaron en las escrituras, otros han llegado a ser superficiales y otros simplemente envejecieron.
“El problema fundamental es el compromiso específico con Dios”.
Si no deseamos aceptar el compromiso con Dios, debemos evaluarnos, porque el que no tiene el espíritu de Dios no acepta las cosas que vienen del espíritu.
¿Alguna vez has pensado que te falta compromiso con Dios?, ¿Que deseas trabajar para el Señor pero no sabes como hacerlo?; se ha preguntado alguna vez, ¿está su esposo o su esposa mirándole y viendo a Cristo viviendo en Ud.?
Algunos hombres y mujeres han luchado por ser mejores hijos de Dios, algunos han florecido espiritualmente, otros tropezaron y cayeron, otros han crecido en su vida espiritual, otros se profundizaron en las escrituras, otros han llegado a ser superficiales y otros simplemente envejecieron.
Una vida útil en las manos de Dios será una bendición solamente a través de un compromiso con Dios.
Miles de creyentes asisten a las iglesias todos los domingos, pero sin ningún compromiso y sin un sentido de responsabilidad. Esto es algo así como vivir en unión libre con la pareja. Lamentablemente, hay una cantidad de creyentes viviendo en unión libre con la iglesia, la novia de Cristo. Ser miembro de una iglesia no tiene ningún valor ni sentido si no hay compromiso.
Entonces debemos preguntarnos: ¿Eres un cristiano mediocre que hace lo menos posible?, o, ¿sólo buscas que nadie te critique?. Porque si con asistir a la iglesia una vez a la semana nadie te dice nada, tal vez puedas asistir una semana si y otra no. En realidad, es problema de compromiso, cualquier excusa sirve para faltar a tu compromiso.
El compromiso cristiano es un asunto de sinceridad, honestidad y verdad para con Dios, los demás y nosotros mismos. Si queremos encontrarnos con Dios, salgamos en busca de hermanos y tropezaremos con Él.
No es necesario hacer cosas extraordinarias, sino actuar con obediencia, sencillez y grandeza de corazón. Alguien dijo alguna vez: “No hables demasiado de las cosas grandes, déjalas crecer en ti”.
Un ejemplo de alguien que no quiso adquirir un compromiso lo vemos en la historia del joven rico en Mateo 19: 16 – 24.
Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?. El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Más si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
En su respuesta: «¿Porqué me llamas bueno?», Jesús no quiere decir que Él no es bueno, sino que lo hace para que el joven piense en lo que significa el sentido de estas palabras. Sólo Dios puede enseñarnos con respecto a la vida eterna. La pregunta es, si él quiere reconocer que en Jesús, Dios mismo está presente. El joven tiene que saber que la vida eterna que está buscando sólo la puede hallar en Jesús. Dios ha mostrado su voluntad mediante sus mandamientos. Debido a que el joven preguntó lo que él tenía que hacer, el Señor menciona sobre todo los mandamientos de la segunda tabla de la ley, que se caracterizan por la palabra «hacer», pero como expresión del amor hacia Dios. El joven responde que él los había guardado desde su juventud (12-13 años como un niño responsable). A partir de este momento Jesús lo ama aún más, considerando sobre todo que su respuesta era sincera y su amor por Él verdadero. Entonces, Jesús le invita a seguirle. Esto es un llamamiento especial. Eran muchos los creyentes, pero pocos podían tener el privilegio de seguir al Señor como sus discípulos íntimos. Después de esta invitación, Jesús sigue con la orden de vender todas las cosas para igualarse a Él en su pobreza, en su camino hacia la cruz. Así tendrá un tesoro en el cielo. El punto importante es que este joven no acepta al Señor, no quiere a un Mediador pobre y sufrido. No ha entendido que sólo por su pobreza podemos ser ricos.
Jesús muestra por medio de este pasaje lo difícil que es en general para los ricos entrar en el reino de los cielos. Sí, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que entrar un rico en el reino de Dios. Los camellos no entraban por las puertas de las ciudades, que curiosamente llevaban el nombre agujas, sino que esperaban delante de ellas. Por lo tanto: ¿cómo puede pasar un camello por el ojo de una aguja? Los discípulos se asustan mucho de estas palabras. «¿Quién, pues, podrá ser salvo?» Ellos reflexionan acerca de sí mismos comparándose con este joven. Se dan cuenta de que el camino del hombre es un camino sin salida. Jesús enseña que deben mirar hacia arriba, a Dios. Él puede hacer lo que nadie puede: hacer que ricos y pobres sigan y sirvan a su Hijo, el Salvador.
Pedro recuerda que ellos dejaron todo; por eso se pregunta: ¿qué pasará con ellos? El Señor les asegura que seguirle a Él significa una recompensa inmensa. El reino vendrá; para ello Jesús usa la palabra `regeneración’, es decir: la restauración total del mundo. En aquel tiempo, los discípulos juzgarán a las doce tribus de Israel, según la fe o incredulidad que el pueblo haya adoptado ante Jesús. Aquella persona que deja aquí todo, recibirá mucho más: la vida eterna. No obstante, Jesús nos enseña a tener mucho cuidado: muchos primeros serán postreros, y postreros primeros. Nunca tenemos que confiar en nosotros mismos sino en el Señor. Él puede hacer de un discípulo primero, un postrero, y de un postrero como el joven rico, un primero.
Mira este esquema sobre el comportamiento de un cristiano comprometido y otro que no lo es basado en el mismo versículo de Mateo.
Un cristiano sin verdadero compromiso conoce la palabra pero al momento de la prueba, no la practica, tal cual le pasó al joven rico, que le manifestó a Jesús como cumplía los mandamientos, pero no fue capaz de aceptar el verdadero sacrificio. Cristianos como estos suelen vivir sin propósito claro y haciendo las cosas según su voluntad y guiados por su carne; por supuesto, viven insatisfechos de su vida en el evangelio, y en ocasiones terminan apartándose. A diferencia de este cristiano, tenemos al cristiano comprometido, que están claros en su propósito en el reino de Dios, pues son guiados por el espíritu, y suelen sentirse completos, y victoriosos. Pues la palabra ha sido oída y practicada renovando sus mentes tal y como lo señala Romanos 2:1-2.
¿Qué tan dispuestos estamos de dejar todo y seguir al Señor en su `pobreza’?
Solamente el poder del amor de Dios nos permite hacerlo.