Recopilado por: Dra. María Giuffrida de Mendoza
1. Errores del pasado
Si bien hemos leído y oído que Dios envió a su único hijo a morir en la cruz para el perdón de nuestros pecados, algunos no están completamente convencidos sobre ello. Cuando se encuentran en medio de la aflicción, inmediatamente son atacados por las dudas, la desconfianza, y sobre todo por culpa. La culpa es algo que no nos deja avanzar. 2 Corintios 1:17 dice que si alguno está en Cristo nueva criatura es que las cosas viejas pasaron y que he aquí todas son hechas nuevas. Pero ¿cuántos en realidad estamos convencidos de que somos nuevas criaturas?; si bien es cierto que nacemos bajo la naturaleza del pecado de Adán, el sacrificio de Jesús nos redimió de este destino de muerte.
Dios quiere que creamos en esa verdad bíblica. Romanos 5: 8 – 11. Dice: Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Con mucha más razón, habiendo sido ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira, porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. Pero también dice en Lucas 9:62. Y Jesús le dijo: Cuando tu comienzas a trabajar y tienes tus manos en el arado y mira hacia atrás ya puestas y haciendo lo que Dios pide, y miras de nuevo atrás o te desvías, el que mira hacia atrás no es calificado o apto para el reino de Dios.
Dios nunca desperdicia el dolor. De hecho, el ministerio más grandioso surgirá de tu dolor más grande. Si realmente deseas ser usado por Dios debes entender una verdad poderosa: las experiencias que más te han dejado resentido y lastimado en la vida, las que ocultas y has olvidado, son las que Dios utiliza y desea que uses para ayudar a los otros. Pero debes admitir sinceramente tus fallas, faltas y temores, y dejar de cubrirlas. Nos toca trabajar sobre el viejo sistema de creencias.
Las cosas difíciles son aprovechadas por Dios para forjar nuestro carácter, a veces nuestro ministerio en la iglesia está relacionado con las áreas débiles de nuestras vidas que Él ha logrado fortalecer, y lo utiliza para ayudar a otros. Así que no debemos usar excusas para no comprometernos con el Seños. Sino pues, algunos ejemplos de personas que Dios ha utilizado para sus propósitos y todos ellos tenían algo que los atormentaba: Abraham era viejo, Sansón codependiente, Jacob inseguro, José fue abusado, Moisés tartamudo, Josué miedoso, David tuvo una amante, Jeremías estaba deprimido, Juan el bautista era excéntrico, Pedro era compulsivo, Martha preocupada por todo, Tomás tuvo dudas, Pablo tuvo una salud pobre y Timoteo era tímido. Dios sin embargo, los utilizó a cada uno de ellos para su servicio. También te usará a ti si dejas de usar excusas.
2. Influencia de los demás
Uno de los mandatos de Dios es su llamado a congregarnos, porque el congregarnos y el comprometernos con un grupo de cristianos nos mantiene firmes en el Señor, no debemos caer en la tentación de que nuestra fe es tan firme que ande con quien ande no me voy a dejar influir. Hay personas del mundo que son capaces de pisotear la fe de cualquier cristiano. Disienten y argumentan en relación a la palabra, y hasta tienen conocimiento de ella, sin embargo, sus argumentos están orientados a destruir toda fe que podamos tener, un ejemplo evidente de ello es un versículo de Filipenses 3:2 que nos llama a “cuidarnos de los perros”. “Cuídense de esos *perros, cuídense de esos que hacen el mal, cuídense de esos que mutilan el cuerpo». Pablo identifica 3 tipos de personas de las cuales necesitamos cuidarnos. 3 tipos de personas que podrían herirnos, distraernos y hacernos perder nuestro tiempo.
Resumiendo quiere decir: “Cuídense de esa gente, no quiero que ignoren a esa gente, a su existencia, a sus tendencias, a sus conspiraciones, a sus acciones inútiles y a su razonamiento equivocado. Diríjanse lejos de ellos y de sus malos hábitos. Ultimadamente, no sean como ellos en esas maneras”.
3. Compromiso con metas mundanas
Si bien muchos cristianos comienzan su vida en Cristo con muchas ganas de servirle, cuando no asumen el compromiso, poco a poco comienzan a alejarse de Dios y de las cosas que hace para él, porque se dejan absorber por el afán del mundo: compromisos laborales, familiares, sociales. Prontamente pierden esa necesidad de tener intimidad con Dios, y terminan alejándose de la iglesia, defraudados y amargados. Por eso es importante para mantenerse en el propósito, intimar con Dios en oración, congregarnos todo el tiempo, y renovar nuestra mente con la palabra de verdad: Romanos 12:2. Nos recuerda que: “Y no os conforméis a este mundo; mas transformaos por la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
4. Temor a comprometerse
El temor es otro sentimiento que nos estanca; la palabra dice que el perfecto amor echa fuera todo temor, y ese perfecto amor es Cristo morando en nuestros corazones. También dice que el que siente temor no ha sido perfeccionado en el amor, que el que teme no tiene fe, y sin fe es imposible agradar a Dios. 2 Timoteo 1:7. Dice: Porque no nos ha dado Dios un espíritu de temor, sino de poder, y de amor, y de dominio propio.
Pero ¿cuál es esa fuente de temor?. Aún sin saberlo nuestros temores más escondidos son:
- Temor al fracaso.
- Temor al rechazo.
- Temor a no sentirse digno de ocupar un lugar en la iglesia.
- Temor a no llenar las expectativas dentro de la iglesia (inadecuado), así como llenar las expectativas de Dios.
- De que se den cuenta de nuestra baja autoestima (sentir que su trabajo es inferior al de los demás).
- Poca credibilidad en las actividades de la iglesia (por pensar que estamos perdiendo el tiempo).
- Temor de quedar iinsatisfechos por no recibir los reconocimientos esperados.
- Temor a sentirse manipulados o que los manipulen.
El rechazo lo reciben los siervos del Señor, incluso por medio de otros creyentes a través del menosprecio, indiferencia, falta de reconocimiento al trabajo realizado para la obra del Señor, o diferentes formas de abuso. Entonces, el enemigo con astucia trata de poner pensamientos de desánimo, decisiones de abandonar la obra, de menguar en su compromiso, de renunciar a su llamado, procurará ponernos bajo el yugo del espíritu de estupor y letargo. Así puede conseguir que muchos siervos dentro de sus corazones se vuelvan distantes y se aparten poco a poco de las otras personas y de la demostración del amor de Dios, aunque vayan aún a la iglesia, lean la biblia, oren y diezmen.
5. El activismo
Eclesiastés 1:14. Dice: Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
Como cristianos a veces hacemos muchas cosas para la obra de Dios, el siguiente diagrama muestra todo lo que somos capaces de hacer:
Este diagrama ilustra todas las cosas valiosas que solemos hacer después de convertirse a Cristo. Ninguna es mala en sí. De hecho, practicarlas obedece a principios bíblicos y deben practicarse. Sin embargo, hay una gran diferencia entre practicarlas en el nombre del Señor y ser sutilmente engañado creyendo que al hacerlas se ganarán ciertos méritos y aceptación de Dios. La Palabra de Dios dice claramente que Él ha aceptado al cristiano sobre la base de la muerte de Cristo. Su sepultura y resurrección (2 Pedro 1: 2 – 3). Dios cambia las personas desde adentro y las convierte en personas que practican estas cosas con el propósito de agradarle a Él y no con la intención de que el hombre gane su favor o aumente su propia felicidad. En el libro “Una vida con propósito”, su autor Rick Warren señala que: No fuimos creados por buenas obras, sino por buenas obras.
Aunque ayudemos a nuestros hermanos, perdonemos, seamos pacientes y bondadosos, si nuestro corazón no se ha empapado del misterio del amor de Dios, a esas buenas obras les faltará algo esencial: “nacer por obra del Espíritu de Jesús que nos habita”; El es el que da la fortaleza necesaria para seguir adelante a pesar de las dificultades. Si no lo tenemos a Él como centro de nuestro ser, es fácil que podamos llegar a sentirnos estresados, agotados, resentidos, cansados y pensando que nada es suficiente. “El mundo estará siempre lleno de pobres, tampoco Jesús termino con la pobreza”.
No se traba de trabajar a destajo, de meterse hasta el fondo porque lo dice el Evangelio, sino que vivir desde el Evangelio, como Palabra Viva que inunda nuestro Ser. Y entonces, cualquier acción, por pequeña que sea, será fecunda y dará el ciento por uno, porque no soy yo, sino El en mí quien actúa.
Lo que transforma es el amor de Dios. Es el misterio del amor de Dios el que nos interpela a actuar, desde un amor vivo en lo hondo de nuestro corazón. Y es que ese es el error de los creyentes porque creemos que alcanzaremos a Dios a base de buenas obras, y es al revés, cuando Dios nos alcance brotarán de nuestro ser obras buenas, porque no podrá ser de otra manera.
Del corazón brota, lo que en el corazón reposa.