Recopilado por: Dra. María Giuffrida de Mendoza
Quizá para algunos el proceso de perdonar sea algo muy fácil de llevar a cabo, y sus corazones están tan abiertos a este acto que simplemente les resulta extraño que otros no puedan hacerlo. Sin embargo, para una gran mayoría el extender el perdón es tan difícil que consideran que debe pasar un tiempo bastante largo antes que llegue a su corazón ese deseo de perdonar. En una oportunidad leí que jamás tendremos el deseo voluntario de perdonar, sobre todo si andamos caminando en la carne lejos de Dios, hasta que sin darnos cuenta pasa el tiempo y simplemente el deseo nunca llega, así, he aprendido que el perdón es un acto voluntario, y es cuestión de decisión, decido perdonar porque Dios así lo manda en su palabra. Si él dice que debemos amarnos unos a otros (Juan 13:34), y aún orar por quienes nos maldicen (Lucas 6:28), entonces es algo que “podemos” hacer.
El perdón así asumido es un acto de sacrificio de nuestro yo, es el morir a nuestra carne y dejar que el espíritu santo tome parte en nosotros y permita que podamos extender el perdón a aquel ser que jamás pidió perdón, y que además, ni siquiera quizá se lo merezca. Pero, ¿acaso tú y yo merecíamos el sacrificio de amor tan grande que Jesús hizo en la cruz para el perdón de nuestros pecados?. Pues no, no lo merecíamos y sin embargo, él lo hizo por amor a ti y por amor a mí…Dios en su infinito amor envió a su único hijo a morir por todos (Juan 3:16-17), aún cuando ni siquiera pasaba por nuestra mente pedirle perdón.
Todo esto lo escribo porque no fui la excepción, y no se trata de que seamos malas o buenas personas, y que los que pueden hacerlo sin dificultad son mejores personas que nosotros, se trata de cuantas heridas arrastramos desde nuestra infancia al punto que cualquier cosa nos ofende, nos hiere y nos marca; y pues aprendimos a condenar al que nos propinó la ofensa, y mientras más grande la ofensa, mayor es nuestra condena para aquel sin siquiera considerar a Dios en el asunto.
Si bien es cierto que por mucho tiempo viví en la cárcel de la falta de perdón (porque es un verdadero encierro estar en esa condición), cuando llegué a los pies de Cristo entendí la necesidad del mismo para mi sanidad espiritual, y es que definitivamente, esa sanidad es la que nos conlleva a la sanidad física que todo el mundo necesita. Así, que una de las primeras herramientas bíblicas que utilicé en mi proceso de enfermedad y depresión, fue extender el perdón a cuanta persona Dios colocaba en mi corazón, y que yo consideraba que me había hecho daño de una y otra manera.
Algunas de estas valiosas herramientas las tomé del libro de VCV (vidas cristianas victoriosas), otras del libro de SAALT (las 7 áreas de la vida), del libro de Neal Anderson llamado los pasos para la libertad en Cristo, y otras de un material que hoy día estoy utilizando sobre conserjería bíblica de Charles Lynch, quien es autor de un libro llamado: “Debo perdonar pero…”, libro que con herramientas bíblicas nos ayuda en este arduo camino de perdonar. ¡No exagero, para muchos es muy arduo!, aún hoy día en mis conserjerías me encuentro con personas cerradas completamente a pedir o extender un perdón, sin darse cuenta de esa verdad que acuñé para mi vida desde hace algún tiempo y que quiero compartir con ustedes ahora: “No perdonar, es como tomarse un veneno y esperar que el otro se muera”, es decir, somos nosotros los que nos hacemos el mayor daño.
¿Qué es el perdón?
Muchos hablan del perdón, pero, es importante entender el concepto de perdón, y este significa: enviar lejos o liberar, y ¿que enviamos lejos? Definitivamente, enviamos lejos “La ofensa” que nos propinaron. No es cosa fácil.
Algunos textos describen diferentes tipos de perdón, así se habla del:
Perdón Vertical: de Dios hacia nosotros y de nosotros a Dios (aunque en realidad no tenemos nada que perdonar a Dios, en algún momento pudiéramos llegar a sentir que sí).
Perdón intrapersonal: Perdón a nosotros mismos. Lynch en su libro dice que aunque hay personas que insisten en que debemos perdonarnos para perdonar a otros, el solo hecho de aceptar ese perdón de Dios para nosotros, trae una sanidad tan tremenda que el proceso de perdonarte tú mismo, simplemente queda relegado a un segundo plano; porque su perdón es “suficiente”.
Perdón Horizontal: Del hombre hacia el prójimo ya sea pidiendo perdón, o extendiendo el perdón, y es sobre este último punto sobre lo que deseo hacer hincapié en este escrito.
Antes de entrar a describir el proceso de extender el perdón, considero importante que conozcamos que cosas no es perdón para que no caigamos en falsos perdones que no nos llevan para nada a la sanidad espiritual. Así, perdonar:
- No es ignorar, omitir, tolerar, excusar, pasar por alto o cerrar mis ojos a la falta de otra persona. Nunca lograrás ignorar lo que te hicieron, pues el ofendido nunca olvida la ofensa y en algún momento, cuando nos haga falta, lo sacaremos a la luz.
- No es dejar que el tiempo pase (para tener deseos). Pocas veces tendremos verdadero deseo de perdonar.
- Perdonar no es olvidar. (Miq. 7:18-19. Is. 43:25. Ez. 18:21-22). No es cierto que olvidamos el daño que nos hicieron, solo una amnesia cerebral lograría que esto sucediera, sólo, sanamos los recuerdos de aquello que nos hicieron. No sanamos para olvidar, perdonamos para sanar.
- No es que resignarnos a las acciones de otros. Eso es simplemente seguir tolerando y tampoco nos trae sanidad de ningún tipo.
Perdonar no es volver a confiar. (2 Tim. 4:14-15, cf., 1 Tim. 1:20; 3 Jn. 9-11). Tenemos un falso concepto de que si pedimos perdón o perdonamos la confianza se restituye, esto pudiera llegar a pasar, pero no siempre ocurre, la reconciliación y la confianza vienen como resultado de que el ofendido, el ofensor y Dios participen en este proceso reconstruir la unidad, tanto ofendido como ofensor deben orar el uno por el otro, decidir que Dios obre en la relación. Lamentablemente, hay relaciones que jamás vuelven a ser las mismas después que una ofensa entró en ella, esto quizá ocurra porque alguna de las dos partes no dejó que fuera Dios quien obrara en el proceso de reconciliación, y por supuesto, en este tiene que ver mucho el orgullo.
**Entonces, el Perdonar puede producir o no una reconciliación. A pesar de esto, la parte que nos corresponde es tratar con la falta de perdón.
- Perdonar no es gratificar. Regalarle algo a alguien como una forma de disculparme, no es pedir perdón, es necesario manifestarlo verbalmente y mostrar verdadero arrepentimiento y hacer cosas por restaurar la relación.
- No es una debilidad de espíritu. (Mt. 18:15). Muy por el contrario, se requiere mucha valentía y fortaleza de carácter para ir y pedir perdón, e incluso para extender el perdón, sobre todo a aquel que no está arrepentido por la ofensa que hizo.
El perdonar significa que la persona que te ha hecho daño es más valiosa que el agravio que ha cometido contra ti, y con eso estás mostrando tu verdadero amor sacrificial hacia los demás, como Cristo hizo; con eso estás diciendo que Dios ama por igual a todos los hombres, buenos y malos, lo cual es la verdad.
- Perdonar no es perder la dignidad. (Mt. 11:29). Perdonar es un acto entre tú y Dios, lo hacemos para ponernos a cuenta con Dios y limpiar nuestro corazón de las emociones dañadas por lo que nos hizo la otra persona. Introducir a Dios en el asunto, nos dignifica ante él aunque ante los demás parezcamos unos tontos por habernos dejado de la otra persona.
No perdonar trae una serie de consecuencias sobre nuestra vida, como es el hecho de que le da poder al ofensor sobre nosotros, pues nos convertimos en el rehén de aquel que nos ha herido, y todo el tiempo pensamos en lo que nos hizo esa persona (arrienda tu mente); por otra parte, puede llegar a causar síntomas físicos como enfermedades cardíacas, intestinales, diabetes, alérgicas, etc.; puede traer consecuencias nerviosas, psicológicas y sociales como estrés, ansiedad, enfermedades psicosomáticas, amargura, depresión, baja autoestima, pobre motivación, pobre o malas relaciones interpersonales, deficiente producción en el trabajo, ausentismo laboral, actitudes pobres; y finalmente, afecta tu espíritu.
Bibliografía
- Libro S.A.L.T. Seven Areas of live training. Entrenamiento en las siete áreas de la vida. Mi relación con los demás. Social 3. 2010
- Libro manual VCV. Vidas Cristianas Victoriosas
- Lynch, Charles. Manual de Conserjería Bíblica. 22/12/2011.
- Anderson, Neal. Pasos para la libertad en Cristo. 04/12/2010. En: http://www.wehelpchildren.org/uploads/1/3/0/5/13054870/los-pasos-hacia-la-libertad.pdf
- El perdonar, el pedir perdón y la reconciliación total. En: http://www.centrorey.org/pastoral/pas_80.html. 10/2013.
- Los 15 beneficios del perdón. En: http://www.sh1nsei.org/salud/los-15-beneficios-del-perdon/. 06/04/2015.
- Cinco beneficios para la salud que te da el perdonar. En: http://pijamasurf.com/2013/12/cinco-beneficios-para-la-salud-de-perdonar/. 12/03/2013
Leer además: Herramientas bíblicas para el perdón